Cómo curar queso: proceso de curación del queso
Hablar de queso curado o semicurado es hablar del proceso de curación del queso para poder diferenciar uno de otro. De este dependerá la textura y el sabor del producto final, por lo que entender cómo curar queso, puede suponer saber cuál le gusta más o menos.
Aunque el proceso de curación del queso es una reacción natural, el hombre debe intervenir para lograr un queso con las características necesarias y la calidad buscada por cada sello.
La curación del queso marca el envejecimiento del mismo, ya que es el tiempo que está en el proceso de secado para su venta final al consumidor. Supone la última fase de la fabricación de un queso y todo dependerá de los productos utilizados para la creación del mismo, como la leche, las bacterias o el suero.
Durante el proceso de maduración o curación del queso, los protagonistas son los cambios químicos y las reacciones que van a marcar cuál será el aroma, el sabor o la textura del queso, así como su consistencia y el aspecto final.
Cómo curar queso
El proceso que se centra esta curación del queso, tiene que producirse en zonas pensadas para ello. La temperatura y la humedad que necesita cada tipo de queso para su correcta curación no es la misma, por lo que es uno de los factores más importantes sobre cómo curar queso.
Estas condiciones pueden darse de forma natural en algún tipo de cuevas o de forma artificial, siendo el ser humano el responsable de crear estas condiciones en cámaras de maduración. Por norma general, la temperatura suele estar entre 9ºC y 11ºC, con una humedad relativa entre el 85 y el 99%. Todo dependerá del tipo de queso que se quiera madurar y el resultado final antes de su puesta en venta.
¿Dónde entra en juego el ser humano además de en crear estas condiciones? Es aconsejable que el queso no esté siempre en la misma posición, por lo que se debe voltear cada determinados días. De esta manera, la curación del queso es homogénea, logrando un resultado sin deformaciones. Además, se debe cepillar las cortezas de forma periódica durante esta fase de maduración.
Durante el proceso de curar el queso, se pierde el agua que contiene la mezcla final del producto. Cuanto más tiempo esté, más dura será su textura y más fuerte su sabor. Así, existen distintos tipos de queso, como el tierno, el semicurado, el viejo y el añejo, con periodos de maduración de menos de 30 días hasta más de 9 meses.
Una vez se ha encontrado el punto perfecto de la curación del queso, se debe retirar de estas cámaras para su puesta en venta en el mercado. Mientras no se vende, se puede almacenar, siempre y cuando la temperatura de la cámara de conservación sea de unos 4ºC, para evitar que continúe el envejecimiento o curación del queso.
Le guste el queso de cualquiera de los tipos, ahora ya sabe cómo curar queso y cómo se produce este proceso químico. ¡En Cestalia nos encanta el mundo del queso! En nuestros lotes gourmet de Navidad puede encontrar varios con queso en su interior, porque… nos parece indispensable para cualquier reunión o tarde de amigos.